viernes, 30 de octubre de 2015

Desencadenada

Al fin estoy sin cadenas
lista para caer.
Irrelevante futuro aguarda
a este cuerpo castigado,
que carente de fuerza y ganas
escribe su propio epitafio.

Claridad temprana que clavando
tus espadas de luz mortal
hieres con terca fiereza
a este jarrón de cristal
abriendo puertas de hierro
que nunca debieron despertar.

El reloj de arena ha girado,
los sentimientos se han revelado,
y toda esperanza vuela
para morirse bajo una estrella.

Mi vida es un colapso
fatalidades me están matando
con sabor a sangre y llanto
y me agreden sus espantos.

¡Yo suspiro por silencios
que jamás serán sentidos!
Ay, me destruye todo el tiempo
que paso sola conmigo.

Soy un bosque nevado,
la edad dorada del pasado
se encarna en mi astillada frente
y se refugia el tibio cuarzo
de su quiebra ya inminente.

Truncada, memento y siente
que el clavel ya ha marchitado
de reyertas estrepitosas
y alquitranados rubíes prosaicos.

miércoles, 7 de octubre de 2015

La ciudad de los olvidados

Tras los muros vacíos del ocaso
los he visto llorar.
Ahogados y magullados penando sin hogar,
siendo todos testigos de nuestro espantoso mal.

Miradas fugitivas con hambre de pan
suplicándole al cielo, pidiendo piedad.
He visto papeles sin dueño volar
pisados por gente que no sabe amar,
terribles sollozos sin consolar.

Ciudad mojada, ¿Por qué esa crueldad?
Los astros se esconden bajo tu espuma de gas,
y todos lo verán:

Las pupilas palpitantes perecerán,
las hojas filosas en punta caerán,
testigos, dolientes suspiros delgados
tendiendo la mano serán masacrados.

De la tierra enferma saldrán sufrimientos
y los hombres menguados aullarán sus delirios.
Mas esos ahogados que en pena murieron
serán salpicados de ungüento ligero.