No sangra el poeta,
sangra el papel que talla
sus versos.
La flora mental frondosa y viva
socava la memoria hasta el tuétano
y no es capaz de olvidar.
Como un cazador que su presa marca
y tras ella corre como viento de poniente
injerta su amorosa bala
directa a donde matar logre
despacito, como más duele,
así fui cierva yo
y así cercené mi mente.
Qué más de mí que dar
qué más de mi malherido vientre
a ti que sabes amar
a quien no lo merece.
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