sábado, 10 de diciembre de 2016

Deseo de muerte





En polvo, sombra y silencio
calladita se quedó la cuna
clavadita se quedó la tristeza
sobre mármol, cuarzo y piedra de luna.

Soplos de pesada suciedad
como plásticos en brasas
llenaron de gris las entrañas
y éstas devoraron los sueños.

Sentir, pecado de dioses.
Creer en la venidera suerte
de negro y plata filosa,
de capa solitaria y medrosa
deber y deseo, mi niña.

Ayer fue hoy
y hoy será mañana,
con su variante: presente, para el pasado y futuro.
Darán los primeros rayos de luz a la violeta pared
y los últimos de leche caerán sobre un rostro apagado.

¿De qué mundo vino ese quejido helado?
Se escuchó ayer y se escuchará mañana...
La suerte se despojó de su túnica opiácea
los lamentos susurran risas
y cualquier sonido es mudo.

Las melifluas cancioncillas de noche
arrebatan la inocencia del bosque.
Cuán quedo enmudeció la lira,
cuán ligero pasó la desdicha.


Sentir, pecado de dioses.
Creer en la venidera suerte
de negro y plata filosa,
de capa solitaria y medrosa
deber y deseo, mi niña.

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