En el amanecer roto,
transpira mi espíritu.
¡Ojalá un cuervo quemara
mis restos al vacío!
Por doquiera que vaya,
hirientes sombras veo.
qué vivos los muertos,
qué muertos los vivos.
mas qué pesar el mío
que fría quedo.
Muerta la flor de la vida,
ya nada merezco.
Si mis súplicas oyeras,
si escucharas mi voz,
cuanto te quise, y quiero
y dejaras a Dios...
Allá en el cielo viva,
está mi consuelo,
mi dulce madrecita,
a quien yo más quiero.
Ay contigo quisiera irme,
pues sola me quedo.
Dulce madrecita,
niña de mi amor,
no me dejes nunca
lejos de tu voz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Exprésate