sustituta de todo, carnicera,
échame sal, compañera,
ay soledad, yo soy tuya.
Quiéreme así, primavera,
con las hojas siempre negras
y las flores siempre mustias,
ay tristeza, yo soy tuya.
Qué tormentoso frío me hiela,
sangre gris, polvo y arena
dentro de mi carne muerta,
porque oh, soy tan tuya ...
Déjame morir en el río,
o que arda el corazón mío,
que ya no me queda vida
compañera, llévame lejos.
¡Dolor, penumbra y demonios! ¡Ea!
¡Aquí os quiero, dejad que muera!
Amargo sabor es la vida.
Ay la muerte, tan amiga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Exprésate