lunes, 23 de marzo de 2015

Ay la muerte, tan amiga...

Échame sal, compañera
sustituta de todo, carnicera,
échame sal, compañera,
ay soledad, yo soy tuya.

Quiéreme así, primavera,
con las hojas siempre negras
y las flores siempre mustias,
ay tristeza, yo soy tuya.

Qué tormentoso frío me hiela,
sangre gris, polvo y arena
dentro de mi carne muerta,
porque oh, soy tan tuya ...

Déjame morir en el río,
o que arda el corazón mío,
que ya no me queda vida
compañera, llévame lejos.

¡Dolor, penumbra y demonios! ¡Ea!
¡Aquí os quiero, dejad que muera!
Amargo sabor es la vida.
Ay la muerte, tan amiga.

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