lunes, 30 de marzo de 2015

La vejez tornaba presta

Estaban las flores apresuradas
en mi alma como una cascada
tocaban campanas las estrellas
y yo danzaba con ellas.

Llegaba el frío a mis ojos
y la vejez tornaba presta
¡dios mío que en el suelo rojo
estaba mi alma muerta!

Las flores se espinaron
como unas acacias secas.
Y las estrellas se quedaron
tan vacías como mis cuencas.

Era la hora y estaba desnuda
¡como mi alma en su sepultura!
Ay ya se me cayó el velo
y los ojos en un profundo sueño.

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