lágrimas incendiarias de
los hombres, corazones
negros de ira y frialdad,
que buscan consolidar
sus temores.
Cuántos siglos de sangre espesa,
derramada sobre mares ausentes,
hombres de locura hechos
y viajes de caminos inertes.
Cuánto dolor en vuestras cabezas,
cuánta niebla en vuestros ojos,
como un bosque deshojado y pobre
sumido al mando de los
salvajes orcos.
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